
| Mª Adela Díaz Párraga |

Frigiliana se aposenta en la comarca malagueña de la
Axarquía, al amparo de la Sierra de Almijara, y es uno de los pueblos más
bonitos y pintorescos de la Costa del Sol. Las cuevas y abrigos de estos
lugares, estuvieron habitadas tres mil años antes de que naciera Cristo, y el
menhir que pueden ustedes ver, da fe de la presencia de la cultura del Algar.
En la Cueva de los Murciélagos, hay rastros de gentes del Neolítico, y de la
Edad del Cobre. Y en el Cerrillo de las Sombras, está la necrópolis paleo
púnica que en el siglo VII antes de nuestra era, dejaron los fenicios. Y
aparecieron monedas, y también de los romanos. A estos les debe su nombre, a un
romano llamado Frexinius, y ana, que significa villa. Su presencia en los
primeros siglos de nuestra era, lo demuestran las cerámicas, monedas y algunos
muros aparecidos en el Peñón del Fuerte, y en El Acebuchal. Ellos
también
dejaron la cultura de los viñedos, pero después de la terrible filoxera, que se
los llevó por delante, se dedicaron a los frutos tropicales. Los árabes
revolucionaron la agricultura, crearon acequias y albercas, trajeron la caña de
azúcar y otras cosas buenas de la huerta. Y en el siglo IX, levantaron el
castillo de Lizar, una hermosa fortaleza en lo alto del Cerro de la Sabina,
dominando la villa, muy bien abastecido por el agua de una acequia que llegaba
a través de un pequeño acueducto. Un hermoso castillo, que mandó destruir el
Comendador Mayor de Castilla, en 1569, cuando la rebelión de los moriscos, y
del que solo queda parte de los cimientos y las rampas de acceso. Desde estas
alturas, se ve un panorama espectacular, con el Barribarto, el barrio antiguo,
donde encontrarán la preciosa artesanía local. En 1640, Felipe IV le concedió
el título de Villa, y se creó el Ayuntamiento y la Justicia. Con los años, se
repobló con cristianos viejos de casi toda la península. Recuerdo de estas
gentes, es la fuente que hay en la calle Inquisición, en la que aparece la cruz
cristiana, la media luna islámica y la estrella de David judía.
El casco antiguo es una delicia, con su Barrio Morisco, el
que mejor conserva su trazado musulmán. Callejuelas angostas, estrechas, unidas
por pasadizos, que a veces cerraban con una puerta, muchas escaleras y un
laberinto de callejones jalonados de casitas pintadas de blanco. Por cierto
que, en 1982, se pusieron en sus paredes unos paneles, que cuentan la historia
de la rebelión de los moriscos. Y ese mismo año, recibió el Primer Premio
del Concurso de Mejora y
Embellecimiento de los Pueblos de Andalucía.
Que todo no iban a ser cosas malas, porque Frigiliana ha sufrido la
guerra de la Independencia, asaltos de bandoleros, terremotos y huracanes,
rematando con la plaga de les filoxera que antes les decía.
Para conocerla, hay que empezar por las ruinas de su
castillo. Después, podemos ir a Iglesia de San Antonio, si les parece. De San
Antonio de Padua, que no hay que confundirse, porque dentro también guardan una
imagen muy hermosa de San Antonio Abad. Un templo que hicieron entre el XVI y
el XVII, y que pagaron, como otras muchas cosas, los Manrique de Lara, señores
del lugar. Es de estilo renacentista, con planta de cruz latina, ábside con
presbiterio, tres grandes naves, y buenas imágenes. La fachada rectangular,
cubierta a dos aguas, y pegado a ella, el campanario, que recuerdo un poco un
alminar, en realidad dicen que se apoya sobre una antigua mezquita. El
campanario alberga el reloj y un escudo de Fray Alonso de Santo Tomás Obispo de
Málaga. También hay que hacer una visita al Ecce Homo, una talla neo barroca,
en madera policromada, que esculpieron en la segunda mitad del siglo pasado. Se
alberga en una ermita pequeña, a la que llaman del Santo Cristo de la Caña. Se
entra en ella por un atrio con arco de medio punto, y sin embargo la parte de
la Epístola, está pegada a la montaña. Una sola nave y un solo altar, y en él,
en una hornacina, guardan al Ecce Homo, al que el Miércoles Santo, llevan en
procesión hasta la Iglesia de San Antonio.
Y está el Palacio de los Condes, al que también llaman El
Ingenio, porque con los años albergó un ingenio azucarero. Una casona solariega
del XVI, de estilo renacentista, en la que utilizaron parte de los materiales
del castillo. En ella habitaron los Manrique de Lara, y ahora alberga la
fábrica de miel de caña Ntra. Sra. del Carmen, la única en toda Europa. El
Palacio del Apero, granero, caballerizas y donde se guardaban los útiles de
labranza. Ahora es Casa de Cultura, y en su parte baja está la Oficina de
Turismo
y sala de exposiciones. Y en el alta, la Biblioteca, y el Museo
Arqueológico.
Hay que ver los Reales Pósitos, del siglo XVII, los silos
donde se almacenaba el grano. Y la Fuente Vieja, de ese mismo siglo, que pagó
el señor de Frigiliana, Don Iñigo Manrique de Lara, y puso en ella su escudo. Y
festejan a sus Patronos, San Sebastián y San Antonio, y con los finales de
agosto, celebran el Festival de las Tres Culturas, musulmana judía y cristiana,
que en ella convivieron.
Y por supuesto, hay que sentarse a sus manteles. Probar sus
exquisitos chotos, guisados de mil maneras, las migas, la Arropía, que es
batata con miel. Las deliciosas mermeladas Esencia de Frigiliana, con batatas
cocidas en miel de caña, de mango, de nísperos, de chutney… Y regarlos con su
cerveza artesanal, vino moscatel y miel de caña.