
By Oriol
Llopis
Aquí, en la
esquina poco fiable de esta muy respetable revista, somos la repera. Ahora ya
no nos limitamos a hablar de discos (CD ´s, perdón) que todavía no están al
alcance de los oyentes, o algunos que por desgracia o falta de presupuesto -que
viene a ser lo mismo- no verán la luz; no, ahora ya directamente perdemos el
sentido de la corrección, el tiempo o el orden y vamos a dedicar de la mano de
Joan Loner, alias Lou Smith, esta página a una maqueta aparecida… ¡En 1983!
La culpa,
como casi siempre que suceden estos acontecimientos paranormales, es de Fele
Cafegreco, que a tozudo no le gana nadie. Ha rescatado la maqueta de la banda
en que militaba en el ´83, la ha
remasterizado y editado en CD.
Lo que son
las cosas. Yo conocí al guitarra, Suso, allá hacia finales de los ´80. Ambos vivíamos en un pueblo de la
costa alicantina, nos
presentó no sé quien e hicimos muy buenas migas. Me sorprendió su profesión,
pues era croupier en el Casino de Villajoyosa… no hace falta decir que,
obviamente, durante el tiempo que nos tratamos, yo no dejé de intentar amañar a
medias unas cuantas partidas de Black Jack, pero el tío sabía muy bien cómo
funcionan las cosas en el interior de un Casino, y siempre intentaba hacerme
comprender que esto era, desde todos los puntos de vista, impracticable. Así
que me liaba, me llevaba a su casa y escuchábamos y hablábamos de música. Me
explicó que había estado tocando un tiempo con una banda llamada (así lo
entendí yo) Café Decó, y Café Decó se quedó hasta conocer al Fele Cafegreco y
descubrir que no era Decó, sino Grecò.
El caso es
que Suso tenía en su casa, si no recuerdo mal, una Gibson Les Paul. Me faltó
tiempo para pedirle que le diera candela, y no se hizo de rogar. Creo que puso
algo de música de fondo, o una caja de ritmos, y se lanzó. Por primera vez en
mucho tiempo me encontré cara a cara con un guitarrista original, que no te
recordaba al estilo de los cuatro de siempre. Su digitación era tensa,
nerviosa. No usaba el clásico truco de alargar las notas dramáticamente, sino
que las cortaba rápidamente para proseguir unculebreo
que, antes de que te dieses cuenta, ya te había hipnotizado, capturado y
rematado con una estocada que te dejaba con la mandíbula rozando el suelo.
Poco a poco
me contó anécdotas de la banda, formada por el ya requetenombrado en estas
líneas Fele (de apellido real Quereda, bajo y voz), una tal Mamen -al parecer
no muy fiable en cuestiones de puntualidad por causas que algunos imaginarán- a
los teclados y Juan A. Sarrio a la batería. Y bueno… cuando conocí a Suso la
banda ya no existía desde hacía unos años. ¿Por qué? Por lo de siempre. Es
difícil encontrar actuaciones, uno empieza a perder la ilusión, otro no se
presenta en un ensayo decisivo… pero siempre recordaré el cuarto donde Suso
tenía su música, sus discos… y el sonido personalísimo de su guitarra.
Me fui
rumbo a BCN en el ´92
y la comunicación se cortó. Poco podía imaginar que Café Decó, perdón, Café Grecò volvería a
aparecer en mi vida aproximadamente unos veinte años más tarde… de la mano de
Joan Loner, alias Lou Smith y cuya palabra en el mundo del Rock & Roll es
sagrada.
Primero me
llegó un intrigante CD de Fele CafeGreco, titulado -creo- Uruguay. Me llamó la
atención la originalidad, la inventiva que tenía el tipo. Nos hicimos amigos y
por lo general, en nuestras comunicaciones por el Facebook nos dedicamos a
tomarnos el pelo descaradamente, hasta que llega el momento de ponerse serios.
Y ese momento ha llegado, porque tras hacerse con eso que llaman las “rough
tapes” (cintas crudas), las retocó, y… lanzó
a la calle, debidamente pasadas por unos estudios profesionales y
cuidadosamente remasterizado, la legendaria maqueta “Café Grecò 1983”.
En Yanquilandia
ya se habrían dado de bofetás por hacerse con los masters y editarlos a lo
bestia, pero el Fele se lo ha tomado con calma y mucho cariño… teniendo en
cuenta que Suso falleció hace poco, no podía hacerse de otro modo.
THE FIRST, THE LAST: ETERNITY
¿Qué hacían
esta gente en aquél año? ¿Rockabilly? No. ¿Hard rock? Todavía menos. Lo que
tanto se llevaba, el denostado tecno? Piérdete por ahí, chava!
Lo primero
que debo advertir al paciente lector que todavía esté leyendo esto es que… la
música de lo contenido en este CD, lo único regrabado en condiciones en el
2017, no se parece a casi nada. En el 83/84 estaba en plena ebullición la inefable
“Movida madrileña” y de ahí no había dios que sacara al público. También estaba
lo que Jaime Gonzalo, en una sagaz pirueta descriptiva, definió como la “Cool
Wave” (Ola fría): muchos teclados y mucha decadence. Pero los Grecò TAMPOCO hacían
esto. Lo que estaba claro es que los Grecò no eran una banda para escuchar
patinando a lo largo de la barra del bar tumbándose dos birras de una tacada.
La
Opertura, más que intro, de Uruguay sorprende por el exquisito sentido de la
armonía, la melodía de Mamen. No se retrataba mucho, pero esas armonías que
soltaba con sus teclados daban al tema un ambiente MUY definido; amplio, ancho,
con eco… un sonido catedralicio; el bajo de Fele iba avanzando, con un sonido
grande e imperturbable, marcando el camino y calentando los dedos de Suso,
hasta que éste lanzaba ráfagas de acordes o de solos simplemente… dramáticos.
Se ha
citado a Velvet Underground como referencia de Café Grecò, pero para mí eso es
más bien circunstancial. Tal vez mientras los escuchabas notases la
fantasmagórica mano de Lou Reed rozándote el culo, pero si tengo que asociarlos
a la Velvet, para mí sólo hay un disco en que se rozaron; el Live 1969. Luego
podían acercarse a Alemania, Holanda… para volver a su música, una música
quizás no apropiada para bailar a lo loco, pero que me recuerda al “Spleen” de
París o, como bien definieron Japan, esas sensación de “Despoir”… Te lo digo
claro: el material que contiene Café Grecó nunca aspiró a ser alegre ni eufórica.
Era densa, brumosa, insinuando los bajones que a uno le arrebatan sin previo
aviso. Cosas como “Apenas Un Espasmo” (ahí sí chocan las manos con los
Velvetianos: esa tensión es inconfundible) o “Viento del Infierno” -donde
vuelve a emerger el particular sonido del órgano de Mamen, a 2000 años luz de
un Hammond o un Farfisa… ¿Con qué instrumento se defendía Mamen, Fele?
Y entonces
aparecían esos solos, esos fraseos de la guitarra de Suso, cortados con la
elegancia de un sastre de Saville Road, ya sea en “Viento del infierno” o “Para
Capitán Nemo”, con una intro espectacular… y a las únicas que me duele no
pudiesen extender esas partes instrumentales que con dedos de maestro sabían
enlazar. “Palabra Hermética” es la más lanzada, capaz de levantar los ánimos;
yo la habría dejado para el final en lugar de “Decibelios”, que retorna a un
ritmo levemente derrotado. Y no quiero olvidar la voz de Fele, y su bajo
acoplándose a la guitarra de Suso… por algo fueron hermanos de sangre hasta que
Suso partió hacia otros mundos…
Resumiendo,
esta gente no se apuntaron nunca al Rhythm ’n Blues, ni al Country rock ni al
Rock & Roll a secas. Desde un principio tuvieron claro que no se parecerían
a nada ni a nadie, a pesar de que su música, en lugar de hacer salir volando el
techo del chiringuito… lo hundía en laberintos y recovecos que se hundían,
alumbrados por una luz cada vez más tenue. Eso no lo hizo nadie en este país. Y
menos en 1983. De hecho, ni siquiera hoy nadie se atreve a llegar sónicamente a
estos abismos que creaban Café Grecò, poéticamente narrados por Fele.