
By Oriol Llopis
Víctor
Ramos, cerebro de todo cuanto se escribe en esta crónica, me envió hace algún
tiempo un CD de su banda actual, Sophie’s Choice. El disco se llama “Caña-Mo-Town”,
y es elegante, pulido, trabajado con mimo y elaborado en todos sus detalles. ¿Cómo
definirlo? Música actual... música moderna, que decían Radio Futura. De hecho,
me encargué personalmente de escribir en esta misma revista una descripción,
más o menos (menos, sospecho) acertada de la música que contenía el CD.
No
quedé demasiado satisfecho con el resultado. Fue... frustrante. Noté que no
había sabido atrapar y transmitir el feeling de “Caña-Mo-Town” tal como
merecía... y así quedó la cosa.
Pero,
ah
, la vida a veces te da segundas oportunidades. Y ahora me llega un disco de
la prehistoria de Sophie’s Choice, cuando se llamaban Warlock y eran un trío
que se movió entre el 77 y el 79.
Las
influencias que cita Víctor Ramos en la hoja interior son certeras como una
bala trazadora disparada por el francotirador más experto. Black Sabbath,
Hawkwind, Budgie, Lucifer´’s Friend... incluso
podría incluirse algún pellizco de los Pink Floyd en plena gestación del “Ummagumma”...
todo ello empapado con los aromas de aquel rock cósmico alemán que estalló a principios
de los 70.
Incluso
la portada merece un puesto de honor; una portada que podría codearse con toda
dignidad junto a las de Amon Duül, Guru Guru, Ash Ra Temple y tantas otras
leyendas del Kraut-Rock perdidas en la bruma de los tiempos, siempre en busca
de los límites del cosmos.
El
disco contiene material que tocaban en directo Warlock (V. Ramos guitarra y
voz, Juan Angel Sánchez a la batería y Felix Barahona al bajo), pero que nunca
llegó a grabarse en las condiciones que merecía ese material... hasta ahora,
que Ramos, con la ayuda de su hijo Pablo a la batería, lo ha recuperado y
grabado tal como debía sonar: denso, profundo, enigmático, a veces cavernoso y,
en todo momento, er... TRIPOSO, en una palabra.
Temas
como “Presence”, “Spooky Waltz” -donde se retoma y evoca aquellos pasajes
instrumentales en los que tan a gusto nos perdíamos- y, sobresaliendo por
encima de todo, ese “Archives Of The Universe”, donde se erige en protagonista un
piano cuya melancolía únicamente supieron insuflar en nuestros sentimientos los
primeros King Crimson... bueno... aquí ya sería cuestión de empezar a disertar
sobre lo bien que “Archives...” plasma la inmensidad, la desolación, el “angst”
que te arrolla cuando le empiezas a dar vueltas sobre el porqué de todo... ¿Verdad
que nos entendemos? Plasmar con música ese desasosiego de saber que nos iremos
sin conocer de qué se trataba ese juego interestelar que es haber vivido en un universo
infinito del que jamás habremos sabido nada tiene su aquél, eh? Comparado con
ese sonido y lo que te provoca, el “Space Oddity” de Bowie se queda a la altura
de un cuento de Walt Disney!
Y
todo es mérito de ese hombre, V. Ramos. La hoja interior del disco editado en
vinilo contiene una foto suya -imagino que bastante reciente-, junto a su hijo,
y en sus ojos hay un brillo peculiar. El brillo de los que han viajado ya no
por las tierras de este mundo, sino mucho más allá... y ahora vuelve para
contarlo con música en ese “Warlock 35 a.d.” que es, indiscutiblemente, un
auténtico viaje po
r los confines del cosmos y que se cierra magistralmente con
una pieza cuyo título lo dice todo para los iniciados... “Space Ritual”.
Y
antes de poner el punto final, destacar la labor de Juan Angel Sánchez en el
diseño de la portada y la aportación musical, inspiradísima, de Ana de Miguel,
de “Delirion”, cuyos teclados proporcionan a “Archives Of The Universe” y “Spooky
Waltz” esa profundidad, esa intensidad que llega a herir en lo más profundo.
Dios,
que daría por vivir en un mundo donde pudiese bajar a la tienda de la esquina y
pillar discos así...